martes, 12 de diciembre de 2017

EL “RÉGIMEN DEL 78” Y LA LUCHA POR EL SOCIALISMO



El actual Estado español es una continuación del Estado fascista de Franco, eso sí, convenientemente remozado para seguir cumpliendo sus funciones de instrumento represivo de la gran burguesía española. Esa maniobra de adecuación del antiguo aparato estatal burgués al entorno político europeo, cambiando simplemente las formas fascistas de dominación por las democrático-parlamentarias, aunque manteniendo la dominación capitalista, es lo que se conoce como el “régimen del 78”, legalizado y legitimado por la actual constitución española.

Tanto en el periodo franquista como en la época actual, la contradicción principal fue y sigue siendo la que enfrenta a la clase obrera y a las masas trabajadoras de los distintos territorios, pueblos y naciones que configuran el Estado español con la gran burguesía, que es la clase que realmente detenta el poder económico y político. Ello, independientemente de que Euskal Herria o Catalunya puedan constituir marcos autónomos (que no independientes) de la lucha de clases.

Es cierto que la “democracia” española no es plenamente equiparable a la mayoría de los regímenes democrático-parlamentarios de la Europa occidental. Pero, también lo es que entre todos ellos existen similitudes y diferencias. Que todos ellos tienen distintos “grados” o niveles de libertad y/o de tolerancia política, aunque también hay que decir que en la mayoría de las democracias burguesas está teniendo lugar una progresiva limitación de los derechos y libertades democráticas, dando paso a lo que se ha venido en llamar “democracias autoritarias” o “dictaduras constitucionales” [1]. Y todo ello con el pretexto de la “amenaza terrorista”.

Pero el hecho de que ocurra esto, no puede llevarnos  a desenfocar nuestra visión de la realidad social y política, a perder de vista cual es la contradicción principal en la sociedad capitalista, a confundirla con una de las varias contradicciones secundarias (derivadas de ella) que, indudablemente se resolverán una vez que se haya resuelto la contradicción principal. Si no tenemos claro cuál es la contradicción principal, difícilmente podremos elaborar una estrategia correcta dirigida a resolverla, a superarla.  

El marxismo-leninismo nos enseña a profundizar en el estudio para conocer la realidad. Sólo así estaremos en condiciones de poder transformarla en un sentido revolucionario. Y ello nos obliga a tomar en consideración tanto la forma como el contenido de las cosas y tanto su apariencia como su esencia.

En ese sentido, hemos de decir con toda claridad que la democracia parlamentaria es la forma que, en determinadas condiciones, adopta la dictadura de la burguesía; y que, en el caso concreto del llamado “régimen del 78”, la democracia autoritaria (limitada o restringida) que existe en el Estado español es la forma jurídico-política que responde a la existencia de una base económica débil, con un escaso nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, y que ocupa una posición subordinada en el conjunto del bloque imperialista occidental (UE/EEUU).

En estas condiciones, la clase dominante, la gran burguesía española, tiene que hacer cada vez mayores esfuerzos por mantener cohesionado un Estado que se basa en la unión forzosa de todos los pueblos y naciones que hasta ahora lo conforman, porque la “unidad territorial” es el ámbito en el que tiene lugar el proceso de acumulación capitalista y la condición imprescindible para que éste continúe desarrollándose.

De ahí que no debamos dejarnos guiar sólo por las apariencias, que no debamos desviar la dirección de nuestra lucha hacia objetivos que, aunque puedan parecernos relativamente importantes, no por ello dejan de ser secundarios en la lucha revolucionaria por el socialismo. Por ello, debemos centrarnos en la contradicción principal y hacer todo lo posible por superarla.    


NOTAS

1.- En general, en la mayoría de los Estados burgueses de la Europa occidental, este proceso de creciente restricción de la democracia tiene unos rasgos relativamente similares: Reforzamiento de los cuerpos represivos, promulgación de leyes de excepción, centralización de la toma de decisiones, aumento del peso del ejecutivo sobre el parlamento, judicialización de la actividad política, control de los medios de comunicación por grandes grupos financieros, etc., etc.