miércoles, 3 de mayo de 2017

SOBRE LA CULTURA NACIONAL



La cultura nacional existe sobre la base de un hecho objetivo, la existencia de una nación. La cultura nacional, no es un invento de la burguesía nacional. Mientras haya naciones (es decir, hasta que nos encontremos en una sociedad comunista) habrá culturas nacionales. La cultura vasca existe sobre una base objetiva, la existencia de la nación vasca, Euskal Herria.

El desarrollo del capitalismo conduce a que unas naciones opriman a otras, en el terreno económico y en el político. Podemos hablar, por tanto, de naciones opresoras (dominantes) y de naciones oprimidas (dominadas). Las naciones que oprimen a otras naciones, utilizan su propia lengua y su cultura como instrumentos de dominación. Las naciones oprimidas, utilizan su propia lengua y su cultura como instrumentos de liberación.

El capitalismo y el imperialismo, al oprimir a los distintos pueblos y naciones, ponen en peligro la existencia de sus culturas y de sus lenguas nacionales. Esta opresión se está acentuando al máximo en la fase actual (conocida como globalización), en la que el capitalismo, al mismo tiempo que extiende y generaliza el mercado por todo el planeta, trata de uniformizar a los distintos pueblos y naciones, y de homogeneizar sus señas de identidad, acabando con la diversidad cultural y lingüística.

Las lenguas y culturas de las naciones oprimidas sólo podrán desarrollarse plenamente por medio de su liberación política, es decir, mediante la aplicación generalizada del Derecho de Autodeterminación, entendido como el derecho a la separación y a la creación de estados nacionales independientes. En este sentido, la cultura vasca y el euskara, sólo podrán desarrollarse sin trabas, cuando Euskal Herria disponga de un Estado propio.

El proletariado es la única clase objetivamente interesada en impulsar hasta sus últimas consecuencias la lucha de liberación de todos los pueblos y naciones oprimidas y, por tanto, de establecer la igualdad completa entre las distintas lenguas y culturas nacionales; teniendo en cuenta que la futura cultura comunista universal será la síntesis dialéctica de todas ellas.

Cada cultura nacional debe ser, al mismo tiempo, internacionalista, pues al desarrollarse tendrá que integrar dialécticamente todo lo que de progresivo tengan las otras culturas. El exclusivismo, la xenofobia, el rechazo a lo extranjero, ponen en serio peligro el desarrollo de las culturas de las naciones oprimidas y son una manifestación inadmisible del nacionalismo burgués.

Por diversas circunstancias históricas, en Euskal Herria se hablan actualmente tres idiomas: el euskara (idioma nacional, originario), el castellano y el francés. Aunque éstos dos últimos sean utilizados por los Estados español y francés como instrumentos de dominación; sin embargo, no se puede obviar una realidad social, consistente en que la mayoría de la población vasca se expresa, habitualmente, en uno de esos dos idiomas; lo cual nos obliga a considerar también a todas las manifestaciones culturales que se expresen en dichas lenguas, como partes integrantes de la cultura vasca y no como si se tratase de cultura foránea (como hacen algunos sectores nacionalistas). En ese sentido, podemos hablar de cultura vasca euskaldun y/o erdaldun, dependiendo de cual sea el medio de expresión que se utilice, en cada caso.

Hasta ahora nos hemos referido a la forma de expresión de la cultura nacional pero, sobre todo, debemos prestar una atención especial a su contenido. Así, no podemos considerar como “cultura nacional” a toda la producción cultural que se realice en la nación oprimida ya que, en muchas ocasiones, se trata de hacer pasar por tal a elementos culturales propios de la clase dominante, o se manifiesta añoranza por una idílica y bucólica sociedad pasada (sin contradicciones ni conflictos sociales) que no ha existido más que en la imaginación de algunos autores.

Por el contrario, la cultura nacional debe servir para entender el presente y crear el futuro; por ello, ha de ponerse al servicio de la construcción nacional y de la transformación social, preparando ideológicamente el terreno para la Revolución Vasca. De esta manera, al desarrollar la cultura vasca estaremos favoreciendo la liberación nacional de Euskal Herria y, al mismo tiempo, aportando a la cultura revolucionaria mundial.

Los comunistas debemos defender y desarrollar la cultura vasca, e imprimirle una orientación revolucionaria. Para ello, debemos hacer de la cultura un nuevo frente de lucha y, en ese sentido, hemos de esforzarnos por agrupar a toda la intelectualidad (progresista, abertzale e internacionalista), dotándola de una perspectiva socialista.

Sin embargo, este es un campo en el que carecemos de experiencia. Por eso, para dar nuestros primeros pasos, debemos aprender de la pequeña burguesía nacional y apoyar críticamente sus aportaciones artísticas, culturales, históricas, ligüísticas, etc., desde la perspectiva de clase del proletariado vasco.