jueves, 6 de noviembre de 2014

ANTE EL 97º ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN RUSA



La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, fue un acontecimiento de importancia trascendental para el movimiento obrero y la lucha por el socialismo, a escala mundial. Se produjo en unas especiales condiciones económicas, políticas y sociales. En medio de una profunda crisis económica del capitalismo de aquella época, y en el transcurso de la Primera Guerra Mundial.

Una serie de factores, contribuyeron a favorecer el triunfo de la Revolución soviética, aunque también la hicieron más compleja en cuanto a la gran cantidad de problemas que tuvo que abordar. A grandes rasgos, esos factores fueron los siguientes:

·         El problema de la tierra. La existencia de un campesinado muy numeroso. La tradición comunal (el MIR). Una fuerte composición campesina del ejército, que facilitó el trabajo de los bolcheviques en su interior.

·         Un proletariado poco numeroso, pero bastante concentrado en unas pocas ciudades: Moscú, Petrogrado, Bakú, Odessa, Kiev, etc. Lo cual facilitó la agitación revolucionaria en los centros de trabajo, y la organización del partido en los mismos. Y, al mismo tiempo, una pequeña burguesía débil, poco desarrollada.

·         La penetración del Imperialismo, sobre todo del británico y francés, que poseía la mitad de las fábricas y minas que entonces existían en Rusia.

·         La opresión de las nacionalidades. Con un inmenso territorio de 23 millones de Km2. Una población de 125.600.000 habitantes. Un enorme conglomerado étnico. Los rusos (gran- rusos); ucranianos (pequeño-rusos); bielorrusos (rusos-blancos), ocupaban 5.000.000 de Km2 en el centro del imperio.

Entre los tres pueblos eslavos, constituían el 77% de la población. Sólo los rusos eran el 44%. El resto del imperio se repartía entre más de 200 pueblos (tártaros, judíos, fineses, lituanos, georgianos, armenios, etc.), con lenguas diferenciadas, diversidad religiosa, cultural y de desarrollo económico. Pero todos con una débil demografía. El imperio ruso era una enorme “cárcel de pueblos”.

·         Un contexto internacional favorable: La Primera Guerra Mundial.

La insurrección, impulsada por destacamentos de obreros y soldados, estalló en Petrogrado el 25 de octubre (7 de noviembre), y pronto se extendió a Moscú y a otras ciudades. La Revolución de Octubre representó el inicio de una nueva época en la historia de la humanidad. Hoy día, a pesar del tiempo transcurrido, casi un siglo, continúa siendo un símbolo para las masas trabajadoras del mundo entero. Este 7 de noviembre, conmemoramos los 97 años de su triunfo. Pero, muy lejos de nuestra intención el limitarnos a las conmemoraciones nostálgicas.

Debemos estudiar la historia y en concreto las distintas experiencias revolucionarias, no para caer en el mimetismo sino para aprender de ellas y aplicar sus enseñanzas, adecuándolas a la realidad actual. Por eso, hablar de la Revolución de Octubre significa hablar del partido bolchevique, un partido revolucionario fuertemente organizado y disciplinado, y también de su creador, impulsor y más preclaro dirigente, V. I. Lenin.

Sus aportaciones a la causa revolucionaria han sido inmensas, tanto en el plano teórico (ideológico y político) como prácticas, en el planos organizativo y en el militar. Su obra abarcó todos los campos, desde la teoría política, la filosofía marxista, la economía y el derecho, hasta el arte y la literatura, siendo de especial relevancia sus aportaciones sobre el imperialismo y la cuestión nacional.

Lenin sostenía que sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario, y sus análisis fueron un constante ejemplo de apertura de miras,  siempre abierto al debate y la discusión, de concreción (el análisis concreto de la realidad concreta) y de ausencia de dogmatismo y doctrinarismo, lamentablemente tan frecuentes en la “izquierda revolucionaria” de nuestros días.

Por eso, en la época actual, a pesar de los importantes cambios que se han operado en la situación económica, política y social; en la fase imperialista del capitalismo, con la hegemonía del capital financiero y, sobre todo, de sus sectores más parasitarios y especulativos, el leninismo nos sigue proporcionando instrumentos válidos para la transformación revolucionaria de la sociedad.